sábado, 18 de julio de 2015

Benedicto XVI y la comunión a los divorciados (I)

Con ocasión de la XIV Asamblea General de Sínodo de Obispos convocada por el papa Francisco para el mes de octubre de este año y dedicada al misterio y vocación de la familia según la Revelación de Jesucristo, se han sucedido una serie de informaciones referidas a un eventual cambio o apertura de la doctrina de la Iglesia en varias materias que atañen a la moral sexual y social. Nuestro propósito es terciar en el debate, como ya lo hizo hace algunos meses nuestro presidente con la carta publicada en el periódico El Mercurio de Santiago de Chile y que les ofrecimos en esta bitácora, contribuyendo a clarificar algunos puntos relacionados con la enseñanza tradicional de la Iglesia, que es inmutable por propia definición. 

La Sagrada Familia de Nazaret, a quien Antonio Gaudí dedicó su impresionante basílica

Por cierto, es muy aconsejable seguir la discusión a partir de los textos oficiales que proporciona la Santa Sede, como son los Lineamenta y el Instrumentum laboris, y no a través de la prensa, y siempre con la ayuda iluminadora que proporciona el Magisterio de la Iglesia condensado en el Catecismo de la Iglesia Católica (véase también la Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la recepción de la Comunión eucarística por parte de fieles divorciados vueltos a casar de la Congregación para la Doctrina de la Fe [14 de septiembre de 1994] y la Declaración sobre la admisibilidad a la santa Comunión de los divorciados vueltos a casar del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos [24 de junio de 2000]).

En esta ocasión queremos compartir con nuestros lectores un texto del papa emérito Benedicto XVI referido a la comunión de los divorciados. Su posición en este tema, que bajo la apariencia de una mejor acogida pastoral esconde múltiples consecuencias para la doctrina del pecado y de los sacramentos, es bien conocida la posición y ha sido formulado varias veces, primero como cardenal prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe y, después, como Sumo Pontífice. Ahora, sin embargo, vuelve sobre el argumento con un nuevo escrito, que acaba de publicarse en Alemania en la colección de su Opera Omnia (editada en alemán por Herder y español por la Biblioteca de Autores Cristianos).



Con carácter previo a la transcripción de ese tema, cuya lectura es de mucho provecho y les ofreceremos en la siguiente entrada, conviene dar algunas explicaciones sobre su origen. 

En la Opera Omnia, Ratzinger está volviendo a publicar (con la ayuda del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller) todos sus escritos teológicos, agrupados por temas y distribuidos en dieciséis volúmenes. En el último de los nueve volúmenes publicados hasta ahora en alemán (el IV de la serie), de casi 1000 páginas y titulado Introducción al cristianismo. Profesión, bautismo, seguimiento (Einführung in das Christentum. Bekenntnis-Taufe-Nachfolge) ha encontrado su lugar un artículo de 1972 sobre la cuestión de la indisolubilidad del matrimonio, publicado ese año en Alemania en un libro escrito por varios autores sobre matrimonio y divorcio.

El entonces Prof. Dr. Joseph Ratzinger (1971)

Ese artículo de Ratzinger de 1972 fue "redescubierto" el mes de febrero pasado por el cardenal Walter Kasper en el informe con el que introdujo el consistorio de los cardenales convocado por el papa Francisco para debatir sobre el tema de la familia, en vista del sínodo de los obispos programado para octubre. En esa ocasión, y apoyando la admisión a la comunión eucarística de los divorciados que se han vuelto a casar (que ha sido denominada por la prensa "la doctrina Kasper"), el mentado cardenal dijo:

"La Iglesia de los orígenes nos da una indicación que puede servir, a la que ya hizo mención el profesor Joseph Ratzinger en 1972. […] Ratzinger sugirió retomar de manera nueva la posición de Basilio. Parecería una solución apropiada, que está también en la base de mis reflexiones".

Efectivamente, en ese artículo de 1972, el entonces profesor de teología de Ratisbona, que contaba cuarenta y cinco años de edad y se había desempeñado como perito conciliar, sostenía que dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, en condiciones particulares, parecía estar "plenamente en línea con la tradición de la Iglesia" y en particular con "ese tipo de indulgencia que surge en Basilio donde, después de un periodo continuo de penitencia, al ´digamus´ (es decir, a quien vive en un segundo matrimonio) se le concede la comunión sin la anulación del segundo matrimonio: con la confianza en la misericordia de Dios, que no deja sin respuesta la penitencia".

San Basilio de Cesarea

Pero lo que que el cardenal Kasper no dijo es que ese artículo de 1972 fue la primera y la última vez que Ratzinger se "abrió" a la comunión a las personas divorciadas y vueltos a casar. De hecho, seguidamente no sólo se adhirió de forma plena a la posición rigorista, de prohibición de la comunión, reafirmada por el magisterio de la Iglesia durante el pontificado de Juan Pablo II (véase aquí el listado de los documentos pontificios sobre la familia), sino que contribuyó de manera determinante, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, también a la argumentación teológica de dicha prohibición (véase los dos documentos citados al final del primer párrafo).

Contribuyó sobre todo firmando la carta a los obispos del 14 de septiembre de 1994, con la cual la Santa Sede rechazaba las tesis favorables a la comunión a los divorciados vueltos a casar sostenidas en los años precedentes por algunos obispos alemanes, entre ellos el hoy cardenal Kasper (entonces obispo de Rottenburg-Stuttgart).

Seguidamente, lo hizo con un texto de 1998 publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y vuelto a publicar por L´Osservatore Romano el 30 de noviembre de 2011, e intitulado "La pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad".

Sin contar que sucesivamente, como Papa, volvió a confirmar y motivó varias veces la prohibición de la comunión sacramental en el marco de la pastoral para los divorciados vueltos a casar (véase, por ejemplo, los documentos enlazados en esta página).

Por consiguiente, no es causa de asombro que el Papa emérito haya considerado inapropiada la cita que de su artículo de 1972 hizo el pasado febrero Kasper para apoyar sus tesis, como si nada hubiera sucedido después de ese año. De ahí la decisión tomada, al volver a publicar su artículo de 1972 en el volumen IV de su Opera Omnia, de reescribir y ampliar la parte final del mismo, alineándola con su pensamiento sucesivo y actual y, sobre todo, con la que ha sido la enseñanza uniforme de la Iglesia en esta materia.


El papa Benedicto XVI en su mesa de trabajo

En la entrada siguiente les ofreceremos la traducción española de la nueva parte final del artículo de 1972, tal como aparece en el volumen IV de la Opera Omnia, que fue entregado a la imprenta por el Papa emérito Benedicto XVI en marzo de 2014. Inmediatamente después, vendrá la reproducción de la parte sustituida (aquella presente en la edición original de 1972 y eliminada en la revisión de 2014), la que fue citada por el cardenal Kasper en apoyo de sus tesis en el consistorio del pasado mes de febrero. Valga precisar que en la reedición de 2014 se precisa que "la contribución ha sido totalmente revisada por el autor", para no dejar dudas en los lectores sobre el cambio de criterio en esta importante materia.

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